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sábado

Come on :)


-          Alguna vez te has preguntado lo que se sentiría al caer a un río desde cincuenta metros de altura?
La voz provenía de una chica balanceante sobre el muro del puente, agarrada sin mucho cuidado.
-          Este puente está a cincuenta metros?
-          Cuarenta y ocho con setenta centímetros, para ser exactos.
La risa de ella lo inundó todo como una ola desmedida. Parecía rebotar en los solitarios árboles. Miró alrededor para darse cuenta de que solo estaba él, con la chica aparentemente suicida, o tal vez drogada o algo peor. Seguía caminando por encima del muro, sin cuidado, apoyando los pies sin mirar, acercándose a los bordes a veces sin parar de reírse. No era una chica diferente, es más, no se había fijado en ella cuando había pasado por allí, demasiado preocupado escapando de la casa como para levantar los ojos más de lo debido, hasta que ella le habló cuando se quedó mirando el río, o el resplandor de la luna sobre él.
-          Y tú qué haces ahí arriba, chiquilla?
-          Preparándome para morir.
Soltó la chaqueta, dejándola caer en el suelo y avanzó con rapidez hacia el lugar donde estaba ella, sin dejar de moverse y de reírse.
-          No puedes estar hablando en serio.
-          Acaso tengo alguna razón para no saltar?
-          No lo sé, solo lo sabes tú.
Y la risa se paró, quedando solo el silencio y el viento meciendo las copas de los árboles.
-          Entonces, háblame de ti.
-          Y que quieres que te diga?
-          No sé, cosas. Empiezo yo?
Él bufó con excepticismo, pero asintió con la cabeza.
-          Dieciocho, virgen, mentirosa, adicta a todo y a nada. Hablo mucho pero nunca digo nada. Siempre me acerco al sol que más calienta. No soporto la soledad pero no soporto estar sola. Fumadora, bebedora y compradora compulsiva….
-          Vas a decir algo más que supuestos defectos?
-          No. Las virtudes solo suenan bien cuando las dicen otras bocas que no sea la propia, los defectos suenan mal en cualquier boca.
Se rió de su ocurrencia, para después callarse y dejar todo en silencio otra vez.
-          Quieres que salte? – susurró casi inaudiblemente.
-          No, no quiero que saltes. Hay que reconocer que tienes buen equilibrio, chica.
-          Fuck off! – gritó en inglés. – Tengo o no razón? Las virtudes así suenan mejor.

De un salto bajó hacia la carretera, besándole en la mejilla y sentándose en el suelo con la espalda apoyada en el muro.  
Porque no se daba la vuelta y se marchaba de allí, en vez de tener una conversación disparatada con una desconocida? Que quien quiera le salvara, porque en vez de irse, se sentó delante de ella, en la misma posición, rodilla con rodilla. Ella se sacó la chaqueta, enseñando una camiseta negra de dibujitos, de esas de tirantes, y se recogió en pelo en un rápido moño, todo eso sin dejar de tatarear alguna canción.
-          Y tu nombre suena mejor cuando me lo dices, o cuando ya lo sé?
-          Cuando lo adivinas, por supuesto, chico.
Y se levantó, mirando al río y ofreciéndole una mano después de haberse sacudido el pantalón. Sin mirar atrás comenzó a caminar, de la misma manera que sobre el muro, solo que esta vez sobre el borde de la minúscula acera. Él la siguió de cerca, fijándose en un tatuaje detrás de la oreja, una clave de sol con su correspondiente pentagrama, y un corazón situado en el lugar de una nota musical.
-          Fa…
-          Bingo. Premio para el chico desconocido. – Sonrió mirando hacia atrás, ocultando ahora el tatuaje a la vista de él.
-          Ah, ese es tu nombre?
-          Suena mucho mejor después de que lo adivinas. Y el tuyo supongo que me será imposible descifrarlo a través de ese tatuaje tribal del antebrazo, no?
-          Luis.
-          Parece que las cosas suenan buen cuando las dices, chico.
Se paró en seco, mirándolo.
-          Tienes fuerza? No sé para que lo pregunto, salta a la vista tu espalda y tus brazos llenos de músculos a lo macho men.
Él levantó una ceja a modo de interrogatorio, obteniendo como respuesta otra de esas melodiosas risas, a la vez tan escandalosas.
-          Llévame al caballito. – Dijo colocándose en su espalda, saltando antes de poder darle tiempo a reaccionar. Agarró sus piernas con firmeza, dejando que ella entrelazara sus manos delante de su cuello.
-          A donde vamos?
-          Tienes a alguien esperando por ti?
-          Qué clase de pregunta es esa?
-          Llévame a dormir al río. Solo hazme caso, vamos caballo!
Y volvió a reírse, besándole en la oreja, sin dejarle tiempo a contestar. Y avanzó con ella en su espalda hasta la rampa de acceso a la arboleda y al río, dejándola en el suelo cuando llegaron al agua, al lado del árbol más frondoso que pudo encontrar.
Ella se tendió de espaldas bajo el árbol, quedándose mirando el cielo a través de los pocos huecos que ofrecían las hojas.
-          Tendré que dormir sola, o harás de buen colchón?
-          Eres siempre tan pedichona, niña?
-          Ahí la prueba de un defecto que vuelve a sonar mal. Vamos, acaso no haces locuras de cuando en vez?
No, no las hacía, se le veía reflejado en el rostro, precisamente por eso quería tentarlo. Y lo consiguió, cuando él se sentó a su lado y se dejó caer poco a poco, con las manos tras la cabeza. Ella se acercó a él con suavidad, dejando su cabeza reposar sobre el brazo de él, sonriendo sin dejar de mirar las estrellitas que relucían.
-          Quién sabe? Tal vez una de esas se llama Fá y otra Luis, solo que no harán cosas así como nosotros, chico ya no desconocido.

1 comentario:

galmar dijo...

Bonitos nombres sí:)) besotesss y feliz findeeee:)))