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domingo

Empezando a vivir de sueños.

La primera mirada fue luminosa, como dos faros en la noche. Pero era de día, y los ojos solo eran dos ojos azules que la miraban fijamente, sorprendiendola en el momento en el que ella le miraba. Sonrío sin dejar de mirarla, a lo que ella se rió tontamente mientras miraba hacia delante intentando parecer serena.
Compórtate, tonta, que estás quedando como una idiota, se decía mientras hacía esfuerzos por no mirarle de reojo. Pero no podía aguantar la tentación y le miraba, volviendo a ver esos ojos azules clavados en ella.
Miró hacia delante, concentrándose en los conciertos, tarareando las canciones a pesar de que no las conocía, riendo con cada cosa que escuchaba, y muy consciente de ese chiquillo rubio.
- Eh, tías, que no veo! Apartaros!
- Y donde pretendes que nos pongamos, Iria? -Dijo ella, haciendo un gesto con la cabeza para señalar el montón de gente que había a su alrededor.
- Pues veniros para aquí y yo me pongo ahí delante.
Comenzó a sentirse nerviosa. Cambiarse de sitio significaba ponerse al lado de ese chico que tanto la ponía intranquila. Pero aceptó, sintiendose también encantada de esa oportunidad.
Sus brazos se rozaban, y la guitarra inchable que él tenía le daba pequeños golpes a veces, lo que provocaba que se miraran sonriendo, sin decirse nada mientras cantaban las canciones del grupo. Los ojos de ella a veces se cerraban, y los escalofríos eran múltiples. Y no podía hacer más que sonreir, al poder disfrutar de esos momentos junto a él. El grupo acabó su repertorio, estallando todo el mundo en aplausos, que hacían resonar las gradas, y ella seguía sonriendo. Al empezar el dj, se sentaron todos, y ellos dos tenían espalda con espalda, motivo por el cual no podía hacer caso a lo que decían sus amigos, solo podía sentirlo a él. Se levantó, nerviosa, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra, ya que la afluencia de gente le impedía caminar, y al rato sintió como se levantó él. Y ahí comenzaron otra vez los juegos, la guitarra que la tocaba en un hombro, y que al darse la vuelta se olvidaba de lo que iba a decir al verle, o las miles de tonterías que pasaron en esos pocos minutos. Volvió a sentarse, mirándole descaradamente y sonriendo, ya comenzaba a sentirse más cómoda. Y volvió a sentir como la vacilaba, y armándose de valor le pegó en el muslo.
- Mierda! -Gritó entre dientes. - Porque coño tienes ahí el móvil?
- Estás bien? -Se agachó al preguntarselo, quedando a la misma altura, con esa sonrisa pícara.
- Si, no te preocupes, estoy bien.
Y el sonido del comienzo del siguiente concierto acalló todas las palabras que pudiera seguir habiendo. De vez en cuando hablaba con sus amigos, esos chicos también desconocidos, donde las bromas estaban aseguradas, pero no volvió a acercarse mucho a él otra vez, porque no quería que notase como se mordía el labio cada vez que le miraba. Y el concierto acabó, después de deleitarse en su vista, viendole como bailaba, reía y cantaba acompañado de sus amigos. Y se fueron, cada uno por su camino, sin una despedida, sin un nombre, sin nada.
Adios, no volveré a verte.

1 comentario:

galmar dijo...

Vaya... Eso no se sabe, besosss