Nunca algo me había asustado tanto. Y allí estaba, al borde de todo aquello que siempre había evitado, con las manos manchadas, la ropa sucia, y la palabra imposible luchando por salir de mi boca. Siempre me había reído de la gente que tenía como meta vivir rápido y morir joven, y yo había sido un caracol en vida, no entraba en mis planes lo que estaba a punto de hacer. Salté, o más bien me impulsé hacia delante sin ganas, creo que fue el viento el que me hizo caer, puesto que yo... ni ganas. Y el aire se empezó a acumular contra mi cuerpo y dolía. Me parecía imposible que algo que no podía ver hiciese tanto daño, pero también antaño me parecía que el corazón nunca se rompía, y ahí estaba entre las costillas, fuera de lugar, y con más grietas que las de un edificio derrumbado. Y a partir de ahí ya no recuerdo más. Supongo que mi cuerpo paró contra alguna roca, simplemente por el hecho de que mi forma etérea no presenta síntomas de haberme muerto en el agua. Siempre me imaginé morirme de viejecita, y que el espíritu... vamos, nunca había pensado que después de muerta habría podido seguir pensando, viendo, y todo eso. Y lo que menos me imaginaba era el sentirme como un chicle. No deberían llamarla muerte, deberían llamarla transición a Boomer de fresa, que son los más ricos
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6 comentarios:
bonito nombre, y parece sugerente ese tipo de transición no? jajaja
muah
tu blog es una pasada, te sigo si me sigues
blackroseme.blogspot.com
BESAZOS :D
Que manera original de ver las cosas. me gustó tu blog.
xoxo
m gusta mucho el texto..
un besito :)
Joder, me duele cuando la gente me habla de muerte, pero tu hasta eso lo haces dulce.
No cambies nunca.
Besos enormes
Has tocado el tema más triste del mundo y lo has convertido en un chicle. Fá, eres de lo que no hay. Y molas.
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