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miércoles

Amanecer.

Ascoltami, io sono di te.


-Pequeño, puedo pasar? –Golpeó en la puerta, hasta casi podría recordar los puntos exactos. Tres, ni uno más ni uno menos, hacia la derecha, entre el centro de la puerta y el marco. Al momento escuchó el sonido de la cerradura impidiéndole el paso. Se sentó en el suelo, sollozando, sin saber qué hacer. Apoyó la espalda en la puerta, rodeó las rodillas con los brazos y miró las estrellas entre lágrimas. El se sentó al otro lado de la puerta, en la misma postura, con la barbilla apoyada en las rodillas, observando la foto de ambos. Esa noche se habían pasado, como tantas veces desde que se conocían. Habían llegado a su límite, se habían dicho cosas que sabían que herían, y se había ido cada uno por su lado. Y, como siempre, llegaron a esa puerta, testigo de tantas cosas que sus maderas podían sentir cada sentimiento que corría por las venas de ambos. La noche pasó, el día volvió, y la puerta pudo ser testigo de la cura que sanó todas las heridas de bala abiertas en sus pechos. Oh, el amanecer que persuasivo puede llegar a ser…

2 comentarios:

Tsuk. dijo...

-te susurro-
Que bonico :)

.None <3

Letii * dijo...

Que bonito!
El tiempo lo cura todo ;].
Te sigo ^^