Era uno de esos hombres de verdad, de zapatos viejos y colores masculinos. Y tengo que añadir que también de olor primitivo, atrayente. Y ella era de una de esas mujeres de pega, niñas que juegan a ser mayores sin preocuparse de que las pillen jugando a altas horas de la noche donde sus padres les prohibieron estar con las medias del colegio y la falda remangada, además de la camisa abierta para aparentar edad.
Y jugó él con ella, jugaron más de lo debido, y las cosas se volvieron insostenibles para ambos, obsesiones por cuerpos pequeños y pieles suaves de niña chica para él, y deseo envuelto en papel carmesí para ella. Las peleas y los castigos se sucedieron durante el juego, las lágrimas de ella también, los mordicos en su cuello por parte de él eran algo habitual. Y el juego cambió, pasó de ser un juego inocente a un juego mortal para ambos, la piel inocente se curtió a base de golpes, y los zapatos viejos fueron reemplazados, brotando sudor y sangre.
7 comentarios:
caray!
feliz díaaaa :))
a mí es que me gusta todo lo tuyo
tio, como me impresiona lo que escribes, enana
Tremendísimo.
Un gran abrazo para ti.
Hay juegos que son peligrosos
Cuando alguno de los dos no tiene claro sus papeles, las cosas se vuelven difíciles. Tienes que saber quién eres antes de empezar a jugar con fuego, porque puedes quemarte.
Un besito :*
vaya foto majuna que tienes oye!
no se a que me recuerda...jajajaja
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