espiral contagiosa y voraginosa del dolor.

Solo sabes cuando comienza el invierno hasta que la ves hacerse las trenzas que tan pequeñas resultan con sus anchos hombros, hombros de gran mujer, y las sujeta con pinzas en vez de con coleteros, dándoles la impresión de que son pájaros atrapados con las alas preparadas para volar, y en sus ojos la misma expresión, cuando garabatea sin parar mirando al cielo como las nubes hacen la función de sus ojos en estos días, que llueve, en días de invierno fríos
Conoces el invierno cuando el maquillaje no se nota y los ojos están lavados, realmente pequeños en esa cara despejada y esos hombros de gran mujer en cuerpo de niña inmensa, y la cara resulta tan blanca con ropa oscura que la lluvia ni la toca, para no quitarle los restos que puedan haber quedado sin limpiar del maquillaje del otoño
Que solo comienza el invierno con el primer charco que pisa, qué más da que sea otoño o que todavía no haga frío, el invierno no se planifica, sino que aparece, y solo está cuando se queda quieta sobre el charco, mira su imagen triste y melancólica, y salta con toda la fuerza que puede, elevándose unos milímetros del suelo y haciendo que las ondas del agua formen la sonrisa que no tendrá hasta que las trenzas se deshagan, y cuidado que las pinzas están compradas en la tienda donde las fabrican irremplazables, y no dejarán que las trenzas se deshagan con facilidad, el invierno durará mucho y espera no contagiarte con su melancolía