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sábado

Yo necesitaba el mundo entero para continuar, siempre lo he necesitado. Llorar mientras río acompañada de un poco de lluvia y el arcoiris en lo puto alto del cielo. Y no he llegado ahí porque no me dejo. Tengo un miedo completamente acojonante al dolor que simplemente me deja ensartarme contra mil alfileres por segundo. Hace mucho que el corazón no se me acelera y que las venas palpitan bajo los poros de mi maldita piel no tan translúcida como me gustaría. Y en días como estos que no tienen una mierda de especial, me descubro pensando en el todo y en el nada que pudo haber sido lo que no fue, lo que se quedó colgando de un hilo como unos zapatos que viven en un cable de luz junto al cementerio en el que algún día acabaré. Y hablemos de lágrimas y de palabras como las que nunca se escribieron en un papel al acorde de las pulsaciones, hablemos de lo que se nos dio por sentir mientras no podíamos pensar. Y respira, pero no muy hondo por si se clavan hasta el fondo y después no consigues soltar el aire si no es con sollozos atropellados, y déjate, simplemente, déjate.

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