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lunes

Siempre así.


Corrí hacia la habitación todo lo rápido que pude, casi tropezando en cada escalera. Cerré la puerta, conecté la música y me acerqué a la ventana, controlando mi respiración. Me pasé las siguientes horas tatareando con fuerza cada canción que sonaba por mis altavoces, sentada en la ventana. Al sentir unos golpes en la puerta me sobresalté, y al momento vi entrar a mi padre.
-          Otra vez?
Asentí suavemente, sintiéndome como la niña pequeña que no hacía mucho que era. Vi con temor como mi padre se acercaba hacia mi, y, a pesar de mis dieciocho años, y mi supuesto autocontrol, mis defensas se vinieron abajo cuando el me abrazó con fuerza. Me mordí el labio hasta hacerme sangrar, sintiendo como la herida crecía y la sangre se estendía por toda mi boca. Me mantuve rígida entre sus brazos, ya que, si me dejaba ir, lloraría como una enana, y no quería que mi padre me viese así. Esbozé una pequeña sonrisa cuando me soltó, procurando que no viese la sangre, y me escabullí al baño. Cerré la puerta, y me senté en el servicio, llorando a lágrima viva, mordiéndome más fuerte el labio para que mis sollozos no se escucharan.

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