#

jueves

Diecisiete de Junio, un año.

Se levantó temprano, mucho antes de que sonase el despertador. Era un sábado de esos en que ya desde primera hora de la mañana puedes oler como el sol se quedará en lo alto del cielo durante todo el día y que ninguna nube lo molestará. El día perfecto, pensó aún algo somnoliento. Cogió sus pantalones vaqueros y aquella camiseta negra con estrellas en el pecho que tanto le gustaba a ella, acudiendo a su boca una gran sonrisa al pensar en su pequeña. Aún sonriendo cogió el paquete de debajo de la cama y salió de casa cerrando con llave, guardándoselas en el bolsillo.
Ast se despertó al escuchar a su hermano en la sala, jugando con su madre. Había tardado mucho la noche anterior en dormirse, debido al calor y debido a aquella peli de miedo que había visto y que la había tenido aterrorizada toda la noche. No sabía porque seguía viendo esas películas, si sabía que le provocaban mucha ansiedad, pero seguía mirándolas. Cogió lo primero que encontró en el armario, su pantalón ancho con los tenis grises altos, y con la camiseta de tiras azul, marcando hombros, a ver si comenzaban ya a coger el colorcito del verano, que estaban demasiado blancos por su manía de vestir sudaderas. Salió de su habitación tras mirar en el móvil que no tenía ningún mensaje, y se apresuró a coger sus cereales de chocolate y la leche fría, desayunando en un gran tazón amarillo. Al rato su móvil comenzó a sonar, y tragándose de golpe lo que tenía en la boca contestó sin mirar quien era siquiera.
- Mica, tu madre te dejará venirte hoy conmigo?
- Mamá, es Matt, hoy te hago falta en casa? -Farfulló con algún cereal paseandose por su paladar, mirándo fijamente a su madre hasta que le dijo que podía irse, lo cual retransmitió a Matt por el móvil y, después de acordar que quedarían en el puente, colgó para acabar su desayuno. 
Al acabar lavó lo que había utilizado y se fue corriendo a la habitación, cogiendo su chaqueta vaquera corta, la cámara de fotos y echándose algo de maquillaje en la cara, marchándose casi a las carreras, y todo para llegar sin aliento al puente, donde él aún no estaba.
Iba silbando suavemente por el camino, con el paquete en su brazo y la vista fija a aquel punto en el puente que llevaba al castillo D´Angelo, que estaba seguro de que sería ella, tan puntual como siempre. Se fue aproximando por detrás, cesando en sus silbidos, y abrazándola con fuerza por la espalda cuando por fin llegó a su altura, besándola en la mejilla mientras se reía por el bote que había pegado ella.
- Feliz primer año contigo, mica mía.
Y le tendió el paquete sonriendo, mientras ella le miraba asombrada.
- Eh, no, estás de broma, no? Ya es diecisiete?
Él sonrió de esa manera genuina que tanto le gustaba a ella, y que le hizo temblar las rodillas mientras abría el regalo y veía aquel pequeño peluche tan caro que siempre se quedaba mirando en aquel escaparate camino a su casa. Su cara de sorpresa no pudo ser mayor, y se abalanzó sobre Matt, dándole un pico y abrazándolo con toda la fuerza que sus brazos eran capaces de tener.
Sin soltarse de él lo llevó al banco más próximo, obligándolo a sentarse y poniendose sobre sus rodillas, como una niña chica, mientras se reía por el simple echo de tenerle durante tanto tiempo. Un año, y parecía que aquella noche en el bar había sido la semana pasada. 
Esa tarde la pasaron caminando agarrados de la mano como la pareja que no eran, mientras las horas se pasaban volando entre ellos. Se despidieron en el portal de ella, a punto de acabarse el día, con besos pequeños de buenas noches y abrazos grandes de te quieros no dichos. Y cuando él se alejó con esa sonrisa en la boca, el viento parecía susurrar  
feliz año juntos.

No hay comentarios: