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lunes

De trece a trece, resulta un año.

Enjuagándose las lágrimas, apoyó su espalda contra la pared, y con el rotulador amarillo que algún día le había robado a un amigo, escribió con rapidez el número uno, dibujando después una tarta de cumpleaños, con ese arte especial que hacía que las tartas de dibujo sonrieran con cada trazo, mientras ella esbozaba una pequeña sonrisa triste. Después de eso agarró la tarjeta que tenía encima de la silla, apoyándola en el cojín para escribir con cuidado, y a lápiz, como le gustaba a ella, un par de frases rápidas que en nada podrían describir ese año entero que había pasado, de trece a trece. Se levantó, calzó sus converse y puso su sudadera blanca, y dejó la targeta sobre la mesa, abierta, de tal manera que cualquiera pudiera verla. Le dedicó una sonrisa trémula a esas frases y, conectándo la música, dejó esa habitación para lo que quedaba de día.
Y aunque quiera decir "Ya lo sabes todo/Ya está todo dicho", no es real, nada está dicho y nada se sabe, porque son 365 días que para lo único que han servido ha sido para incrustar una y otra vez tu nombre en mi corazón.

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