Las sábanas revueltas con las mantas por los suelos no hacían más que delatar lo que había pasado, y ella vestida con una de las camisetas de él que le llegaban hasta la rodilla y que mantenían su olor, y él sentado en el sofá de la habitación tomando un chocolate caliente mientras la miraba, no negaban nada. Qué más daba si el chocolate estaba caliente o frío, o templado, o con azúcar o sal, si no notaba nada de eso. Lo que más notaba era la sensación de que ella no pertenecía a su habitación ni a su camiseta, que su olor se veía destacable en la estancia, que él no lo merecía, no estaba a la altura de ella. Y cuando ella se sentó en sus rodillas no pudo evitar girar la cara ante el ataque de los labios de ella, que, con un gesto entre risueño y divertido agarró su barbilla, susurrando mientras dejaba sus labios a escasos milímetros de su nariz.
- Deja de pensar, no hace falta que lo hagas. Quiero amarte.
- ¿Para qué?
- Para después amarte más y más.
Clicka para enamorarte. Perdón
por el exceso de actualizaciones
de estos días.
2 comentarios:
vaya que post
me puse hot jajjaa perdon1
Que su olor se veía destacable... Que genial!
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