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jueves

Con toda la fuerza que tenía, lanzó la botella vacía a través de la habitación. No llegó ni a la mitad, y quedó sobre el viejo suelo de madera haciendo un ligero sonido ronco, como una protesta por el golpe. Su cabeza daba vueltas, la coherencia hacía rato que había desaparecido de su cuerpo, y su equilibrio había tomado el mismo camino, comprobándolo al levantarse del alfeizar de la ventana y cayendo de bruces al suelo. Al cabo de unas horas, que parecían simplemente segundos en su cabeza, sus ojos se dieron cuenta de que su cuerpo había acortado la distancia entre su habitación y la puerta de ella, dejando para el día siguiente lo de notar que el suelo estaba astillado y su ropa rota y llena de manchas enrojecidas, y quedándose para esta madrugada con sentir su respiración, el latir de su corazón en las sienes y el regusto a licor en la lengua llenándole de vacío.
La puerta rebotó contra la pared al ser abierta con brusquedad, pero su cuerpo ni lo notó. Sus pequeños ojos quedaron clavados en él, pero no lo estaban. Tenía una de esas miradas que no se olvidan, de las que te recorren por dentro, se adentran en tus venas y ayudan a tus pulmones a acoger el aire, de esas miradas con las que no se ve ni se mira, simplemente se tiene miedo y pánico. Sus labios entreabiertos mostraban alguna pequeña herida sangrante, secos como el árbol después de la sequía, y sus manos simplemente estaban allí sobre la cama, sin vida, sin vitalidad. El aire apenas entraba por sus pulmones y su pecho estaba completamente inmóvil, viviendo por inercia. Se dejó caer a los pies de la cama, no pudiendo reprimir sus sollozos y las lágrimas que volvían más borrosas su visión de ella observándole sin verle.
- Cuídame... cu... cuídame, y después... después si tienes fuerzas, qui-quiéreme. 

1 comentario:

...nacho! =X! dijo...

jo que intenso y que bonito y que desgarrador todo a la vez!

se te echaba de menos por aqui :)

un besito!